martes, 11 de diciembre de 2007

Mi sombra y yo

La historia se desarrolla a la hora de la siesta, donde todo está permitido... Piedra libre para hacer lo que más te guste...

Tardes de calor y aburrimiento que llegaban a derretir la imaginación de casi todos los niños... Y digo -casi- porque este niño tenía las puertas abiertas al jardín de las ideas.

Su sombra no podía despegársele mientras jugaba en el patio... Se escabullía en silencio entre los pasillos de la casa y su doble lo seguía. Robaba polvorones de la lata de galletitas que estaba en la alacena de la cocina y su sombra estaba ahí... Cantaba una canción cualquiera que se le ocurriese y su sombra hacía la segunda voz y coros...

Ésta es mi historia:
(Y mi sombra)

En todo momento rogábamos (mi sombra y yo) que no sonara la trompeta estridente del reloj despertador de papá...
Él y yo pasábamos horas interminables y totalmente agradables... A veces divertidas, a veces inspiradoras...

Y mientras escribo siento que he vuelto a la vida... Al estado más puro del ser humano.
Estado en el cual puede soltar su creatividad y expresarse con total libertad...

El Arte.

Pero volvamos a la sombra...

Siempre esta mi amigo conmigo, sólo que a veces se esconde tan perfectamente que no puedo verlo... pero sí sentirlo...
Bailamos juntos, viajamos a la escuela conversando en silencio (casi telepáticamente), nos sonreímos al mismo tiempo y podría decirse que la mayoría de las veces coincidimos en nuestro pensamiento.
Uno incentiva al otro constantemente...
Lo peor es cuando ambos nos sentimos tristes o cansados... Es difícil levantarnos... Pero siempre uno de los dos acaba por emprender la marcha.
Mi sombra y yo...
Cantamos alegres una canción que sólo nosotros conocemos y que hasta a veces vamos renovando improvisadamente a coro.

Y las trompetas ya no suenan como alarmas ahora... Se convirtieron en la señal que avisa que guardemos los juguetes y pongamos orden... Borrar las evidencias del simpático desastre provocado por un juego de niños... Sí, bien digo de "niños"... "Dos" niños precisamente.

A veces jugamos a que encontramos a nuestras princesas en la televisión y que nos enamoramos perdidamente de ellas...
Lo complicado es cuando nos enamoramos de la misma...
La guerra fría entre ambos.
Miradas acechantes, sonrisas pícaras con aire socarrón, estrategias ilógicas pero totalmente divertidas, ideas alocadas y un estallido de risas que finaliza la batalla...

Tirados en la cama muertos de risa y haciéndonos chistes sin sentido.
Mi sombra y yo... Compañeros de ruta. Un abrazo fuerte y sincero. Con alegría y complicidad. Guardián de mis secretos. Secretario de mis olvidos.
Mi mejor amigo. Mi otro yo.

No sé si es mi imagen en el espejo (si lo és, lo hace muy bien... ¡Jajaja!)
Salimos por las noches al patio a mirar las estrellas... Y pensamos siempre que nos queda una larguísima vida juntos...
A veces con miedo, otras veces con indecisión o con ansiedad (mucha y la mayoría de las veces), pero siempre con esperanza de ser felices...
Algún día... Como hoy.

jueves, 25 de octubre de 2007

Otra noche de soledad

Tras un papel de celofán azul, se ven lejanas pero reconocibles, algunas luces de la noche de la ciudad. Un vaivén provocado por la brisa primaveral del final del atardecer...

Mujeres... Jóvenes, preciosas, angelicales (algunas) y otras más bien rústicas (o mas bien, etnicas).

El casi uniformado atuendo de los fines de semana, todas lo llevan con entusiasmo y jovialidad, aun las mayores.
Todas se dirigen hacia el templo donde está la piedra filosofal, a la meca resplandeciente que las atrae inevitablemente, a la oscuridad de Hermes con dulce sonido a muerte lenta...
Pero ellas son felices. Víctimas naturales del ruido agudo de la noche.

Torbellinos. Huracanes rítmicos que lo arrojan a uno hacia afuera centrípetamente.
La llovizna que hace resbalar las zapatillas y derrite las calles.
Los cuerpos húmedos y las paredes que lloran.
Las aspas del ventilador girando exhaustas casi inefectivas... el viento en cámara lenta sobre las caras... la boca entreabierta con la cabeza ligeramente hacia atrás... girando en círculos lentos y pesados, los ojos quietos.

Agua, por favor...
El disco que suena tiene una leve fritura de fondo que lo hace interesante. La mala ecualización de los agudos hace cosquillas en los oídos.

El bullicio de la gente. El murmullo a gritos, constante, generalizado.
La locura posee algunos cuerpos y los hace bailar hasta casi quebrarse la cintura.
Ella no tiene ni la menor idea de lo que dice la letra, pero su cuerpo habla por sí solo.

Noches de soledad, noches de rutina agobiante, de búsqueda insaciable, inagotable, incansable...

Recuérdenme siempre no meter mis piernas en el mar mientras mis pies estén enrojecidos...

Una colombina se acerca por detrás y sube al escenario, mientras con su expresivo rostro acompaña la danza mística que conoce a la perfección y dibuja con su cuerpo en ritmo perfecto.

La luz de sucio matélassé en la oscuridad.

El público la admira y la envidia a la vez, otros la odian, otros la aman...
Ella sólo baila por placer, ella muestra su humilde arte, corriente para algunos, magníficos para otros, irrelevante a veces, casi insignificante para los más incisivos competidoras.
Baila con perfección, con rapidez y agilidad. Su cuerpo se transforma en el escenario.
Todos esperan el momento en que su acto finalice.
Yo prefiero mirarla a los ojos y que ne dedique una pirueta al menos.
Sus delicados saltos y virtuosos giros me dejan sonriendo boquiabierto.

El final esperado.

Quisiera regalarle unas amapolas ahora que bajo de la tarima.
No las tengo y tampoco tengo su mano porque otro joven la tomó.

La desilución. Otra vez.
Enamorarse con una mirada fugaz y la decepción de la correspondencia equivocada.
La soledad, la música lenta que rebota en las paredes y vuelve picando hacia mí como una pelota de goma gigante.

No me toca.

Y yo camino con disimulo a la puerta que me dará la redención.
Tengo que salir de este circo de tinieblas con serpentinas que se te pegan a la ropa.
Camino la selva interminable hacia la salida, atravesando las ruinas de una civilización que parecía feliz.
La puerta. El silencio en el túnel.
Allá la fría ciudad, el sonido urbano sin gracia.
Se encendió de golpe una luz amarillenta.
Las calles empapadas, las luces de los autos hacia el norte.
Yo camino hacia el este, como buscando algo en el suelo...

Acá no está...

martes, 9 de octubre de 2007

Memorias de un viaje en subte

Nunca pensé que el asiento que elegí para sentarme, me enfrentaría con una observación reveladora que aportaría estrategias para desenvolverme en la ciudad.

He aquí mi modesta observación:

Lo que importa es mantener delgadísima esa línea que divide casi imperceptiblemente la esencia a la mitad.

Un resplandor a lo lejos...

La luz...

Hay ciertos personajes cuya función es desviar nuestra atención hacia imágenes falsas entre cósmicos sonidos ochentosos...

La magia del arte literario. Cruel director de una obra maravillosa donde cada acto revela el dorado y efímero brillo de la vida misma, a través de cada joya, perfectamente engarzada a la anterior.

La luz... El molinete del subte, el respalndor, la gente, los locales de golosinas, los de revistas, y esas miradas que delatan, mientras Penélope parece tejer lo interminable.

Paisajes surrealistas.

La medida justa, la proporción exacta. Esa sencillez como si nada le importara...
La naturalidad fresca de primavera y la ingenuidad astuta de un roedor.

Juventud. No se deja ver con claridad... es el resplandor, su propia luminosidad. Como si sólo yo pudiese verla, enceguecedora de a ratos.
Son sus ojos los únicos que no mienten... Se mueren por mirar, pero se contienen...

Un hada ingenua, parece...
Se aleja entre los árboles del bosque que parecen mecerse con la brisa...

Hay flamencos gordos en la escena oscura, de fondo negro... Letras hechas de triángulos isósceles figuran un cartel luminoso en verde fluo...

La sensación de recordarlo todo con precisión y exactitud (estratégicamente hablando), cosa que tendré muy en cuenta para la observación y la práctica.

martes, 2 de octubre de 2007

Canción para lavarse las manos

¡A jugar y a cantar!

Se paiyó, se paiyó
Se paiyó con el anillo
Y grabamos está cancióóóóóóóóón!!!

Dale querida!
No puede ser que no esté en el diccionario.

Calandria, caramba, la Bamba, de Salma.
A Wanda, la manda, su abuela en burro,
por los caminos floridos de la pradera.

Saborrrrrrr!!!

Marisú, Marisú,
¡Qué linda eres tú!
Cuando vengas y te cases:
No te cases, no te cases!!!

Si tu muelle es de jabón:
no lo roses, no lo roses.
Si tu barca es de metal:
no te dan, ni se van.

Al aranjues de Babiera,
no le gustaba la sopa.
El se manchaba la ropa
con un simbrón de marsopa.

A la manta de Atlanta
no le dan ya la basura,
porque el hongo escondido
en la hierbas se ha metido.

Y si miento he descubierto
que en algún campo de Blota,
cuando suene la trompetota,
flotaremos por el aire, sin todo el humo en la ropa.

A la mare de Sancapié, el que se ríe se ensucia un pie.

Los pies limpios tu tendrás, si reír no lo haces más.

Uno, dos y tres, una mano refrescaré.
Cuatro, cinco y seis, con la otra refregareís.
Siete, ocho y nueve, el jabón que bien se mueve.
Y en el diez estamos listos, con las manos sin olor,
agarrando un tenedor, ¡y a comer unos mariscos!

Yo tenía mal olor
Yo tenía mal olor
Muchas manchas de crayón
Muchas manchas de crayón
Grasa de la bicicleta
Grasa de la bicicleta
Tinta de mi lapicera
Tinta de mi lapicera

Mi seño me recomendó
Mi seño me recomendó
que al baño fuera yo.
que al baño fuera yo.
Y lavara con jabón
Y lavara con jabón
mis manitos tan mugrientas
mis manitos tan mugrientas

Ahora viene el rap del jabón
que todo limpio dejará hoy.
No te escondas de mi blanca espuma
tus manos limpias brillarán como la luna.

Si quieres perfumarte las manos también:
secate con toalla y olete después.
Que bueno que está tener limpias las manos:
podemos comer después de que jugamos.

jueves, 27 de septiembre de 2007

La revelación tardía

Ahora estoy bailando otra vez en el pavimento, bajo la noche estrellada.
Un trago para alegrarme. Levanto la vista hacia adelante, no veo más que siluetas sepia moverse a tempo con la música.

Allí hubieron aterrizajes internacionales, algunos de Norteamérica, otros de Holanda, como los hubo también de Brasil cuando la plata era "dulce".

Un samba de olores y plantas medicinales que no encuentran donde quedarse. Necesitan fluir con la música. A veces la humedad hace que los peinados se electricen, entonces la música no puede fluir como debiera y la plantas no crecen entre la gente.

Como si el secreto para cambiar los estados de ánimo fuese cambiar la música.
Como si la música nos llevara de un lugar a otro empezando por llevarse nuestra mente.

De una noche encerrado en un jardín de invierno con luz artificial y humedad contenida, puedo llegar a una playa anaranjada al atardecer con una brisa suave que acaricia el piano dulce y mece unos cálidos tambores, o a un frio y abandonado castillo ahora habitado por vampiros que bailan misteriosos a la luz de las velas.

En el eco hay un mensaje oculto, o al menos la invitación a descubrirlo en su profundidad oculta. (El eco se va, pero si prestamos atención regresa como esperando que lo sigamos)

A través de los "sueños" se pueden resolver los dilemas existenciales, se necesita inspiración para atravesar la conciencia. La visión se vuelve borrosa. El itinerario y el destino no pueden ser planificados. Los pasos no deben ser cautelosos ni atinados. Lo que se necesita es actuar espontáneamente y ahí es cuando comienza a revelarse lo paradójico.

Es interesante teorizar acerca de estos asuntos, intentando sobrellevar la constante
distracción, apelando al uso a veces forzado de la memoria y filtrando la información para aprovecharla al máximo.

La diosa baila lenta y sensual rozandonos la piel... como para desviar nuestra atención. Si la seguimos en su danza perderemos nuestra búsqueda.
La sombra del árbol nos permite habitar del sueño de niño y explorar con otra perspectiva los salones del alma.
Mientras suena la música la vida se aclara y resuena la clave que no es la solución sino el comienzo del viaje. Nos marca el rumbo hacia la isla donde se esconde el secreto.
Todo se confunde con el baile de la diosa, que mueve sus hombros de arcilla, iluminada por la luz del fuego.

Ya sabemos donde hay que ir, ya hemos confirmado lo que creíamos mítico.
Ahora por más que todo tarde tanto en llegar, debemos proyectar con criterio ancestral el futuro de revelación que nos aguarda en aquel (a veces lejano) templo.

viernes, 21 de septiembre de 2007

La música de tu vida

¿Quién no disfruta de la música cualquiere fuese su género favorito?

La música nos acompaña en todo momento.
Yo vivo escuchando música todo momento que tengo libre (o no).
Todo lo que hacemos en nuestra vida cotidiana lo hacemos con música.

Hay música para lavar los platos, música para bañarse, música para estudiar, música para hacer el amor, música para bailar, música para sentarse a escucharla, música para fumar, música para
sentarse frente a la Pc y chatear con amigos.

El Messenger (MSN), es el programa utilizado por el 90% de los usuarios de Internet en todo el mundo como forma de comunicación virtual. Este programa tiene una opción en su menú que dice "Mostrar lo que estoy escuchando", como parte del mensaje personal que verán los demás usuarios.
Las otras personas necesitan saber lo que usted está escuchando para conocer más de su personalidad, su estado de ánimo o intuir acerca de su pensamiento en ése momento.

¿La música condiciona nuestro pensamiento? ¿Lo define? ¿Configura nuestro estado de ánimo?
La música nos puede cambiar, nos puede curar, nos puede alegrar, entristecer, emocionar, divertir, transportar...

Dejémonos transportar por la música, emprendamos el vuelo, conozcamos nuevos mundos, vivamos aventuras. Disfrutemos de las emociones placenteras, que son saludables, mejoran el ritmo cardíaco, liberan endorfinas y por ahora son gratuitas.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Ondas marinas: Crónica de un viaje a Centroamérica

Un telón de estrellas de mar brillantes.
Ondas marinas como de enjuague bucal en una piscina blanca... Burbujas tibias y la noche negra.
Nadie veia mejor desde arriba que nosotros. Todo el pueblo desde los techos y terrazas.

Garganta de áspero cristal, tus ojos desde el balcón blanco y tu pelo apelmasado por la humedad calurosa...
Me adentro en el laberinto prohibido para que me sigas, miro hacia atrás y veo la última luz desde arriba, como a la izquierda, escondida tras unas ramas.

La oscuridad, el acecho, mio y de ellos.
Sorda la incertidumbre, ciego el deseo... Felino el instinto.
Mi espalda se siente desprotejida y también vulnerable. Como me gusta esa vulnerabilidad...

Ondas marinas que me tocan cuando el mar ya lo tengo por más arriba de la rodilla y ni me enteré.
O preferí hacer de cuenta que no me había enterado (y lo disfruté).

Te busco por detrás y luego miro hacia adelante mientras camino entre las olas que crecen.
No estás... Hay otras sirenas en el mar, pero ninguna escucha mi silente llamado.
Intento alcanzar las olas y tocarlas, pero el temor a no llegar a ellas me aquieta o me hace reaccionar tarde.

Atravieso un umbral de estrellas.

Estoy como en otro laberinto que continúa el anterior, pero es blanco y el agua se vuelve de nuevo como enjuague bucal.
Hay luces tenues como azuladas y unas pocas blancas.
Comienzo a sumergirme en el agua aturquesada, muy translúcida, muy tibia...
Voy nadando y ahora con más fuerza hacia lo profundo del mar...

De pronto me hallo como despertando de un somnífero en una habitación oscura, pero muy iluminada. A veces parece blanca.

Otra piel, una piel suave como de niña, con gusto dulce como un pelón en verano. Los ojos tiernos; la boca pequeña, pero carnosa, de besos calientes y apasionados. Esa piel tan suave, templada y jugosa, dulce. Y tu pelo castaño oscuro...
Las olas, nuestras olas que chocan con fuerza y salpican hacia alrededor. Impetuosas se mezlan con el mar, de donde nacieron.
Me susurrás al oído el camino.
Lento emprendo la marcha, te sigo en silencio.
Ahora más rápido. Te sigo muy de cerca, casi compactos.

Lejos, canto de sirenas, las rocas marmoladas, blancas y casi secas.
Las olas salpican erosionando imperceptiblemente el acantilado.
La humedad cálida, placentera, como de verano...

El sol refulgió con toda su fuerza por unos segundos, iluminándolo todo, dejándonos ciegos.

La playa seca, caliente la arena, la noche negra.
Las olas bajas del mar en la arena que arrastran la arena alisándola.
Desde el atardecer hasta la noche. O desde la noche al atardecer del día siguiente.
La playa otra vez.
La noche.

martes, 18 de septiembre de 2007

Aguas de março (en septiembre)

Veo palmeras secas amarronadas muy cerca del mar... frio, grisáceo, de metal.

Tu cabellera larga (para ese entonces) se mueve lenta y se dibuja entre el viento y la verde sal... Nubes de plomo flotando sobre horizonte, alejadas del oculto zenit.

El compás de las hojas al son del viento y de fondo el mar pianísimo.
Lovizna de plata cae recta como suaves alfileres de caramelo clavándose en la arena... Algunos girones de sol entre las nubes como entre blanco y aguamarina...

La paz más alegre en el alma, la vida casi concluída, los objetivos que parecían imposibles, ya cumplidos.
Una sutíl cosquilla en tu interior... la soledad.

Todo se detiene por unos segundos, se apaga la música, bajan las luces de tu alrededor y hasta te falta un poco el aire. Un silencio que parece eterno, de luces lejanas al bajar la vista y...

Como un sacudón, a lo lejos, una tormenta con ritmo de bossa te invita a bailar y a darte una oportunidad más, como cuando se vuelven a encender cada tarde los viejos faroles del paraje de la playa.Tu pantalón claro de a poco se va tiñiendo con la arena metálica, que esta tibia todavía porque conserva el calor del poco sol de última hora. Una copa vacía en la mano derecha, que llevas de compañía y como esperando a que alguien te sirva el pasaje para la felicidad completa.

Miradas que te divierten, miradas que se rien, miradas que te hacen reir... y otras que te dejan mudo...Otra vez esa sensación...¿A quién te hace acordar? ¿Acaso se conocen de algún lado? y te sonreiste a escondidas pero con preocupación... ¿Quién es?

No podés resistirte y tratás de volver a encontrar esa cara entre la gente... Un joven se acerca por la derecha y te sirve un poco de burbujas que mirás sin entender, como si te hiciera perder el tiempo...
Levantás la vista otra vez y mirás por arriba para luego empezar a mezclarte en el gentío.

Te desesperás buscando esa cara, hasta que la ves a cuatro pasos a tu izquierda como de sorpresa y no podés creerlo... Mil sensaciones que te estremecen desde la espalda cuando te das cuenta de que la lluvia te mojó completamente hasta los pies...
Sos feliz porque no te importa estar mojado, hasta incluso te gusta y te sentís más seguro...

Avanzás con ímpetu planeando la estrategia, pero nada se te ocurre más que ser espontáneo y decir lo que se te ocurra... Bebés lo poco que no derramaste de la copa, te dá una sensacion entre ácida y dulce en la boca.

Te acercás con actitud a ese cuerpo y le clavás la mirada en los ojos para bajar rápido a la boca...
Volvés a mirar.
(Sí. Es.)
Sacás tu mejor arma: Sonreís.

Se sonríe con timidez y baja la vista como si le gustaras, pero no te reconoce.
Mirás tu copa vacía. Unas gotas de lluvia nada más.
Pareciera que pasaron diez minutos, pero estás ahí bajo las luces húmedas y la brisa que comienza a sentirse húmeda en tu cuello...
No te reconoce. No va a reconocerte a menos que le digas quién sos, o qué fuiste en su vida... Y de un suspiro le recuerdes lo que significa ser feliz.

¿No te recuerda? ¿No te reconoce, tal vez?

¿Te confunde?

¿O te olvidó...?

jueves, 13 de septiembre de 2007

Masticar con violencia

Su cabello se encendió como si una ráfaga de viento lo hubiese avivado de pronto...

La noche se siente extraña, como medieval o posmoderna (no sé), mientras que la tarde va cambiando en colores fríos y aroma a café.
El viento que se cuela entre las calles de edificios altos, con un silbido tan particular de las tardes lluviosas...

Lluvia, llovizna... y ese caminar con mis -un poco- sucias zapatillas rojas por la calle adoquinada... Mi música comienza a calmarse, para luego, tras ese violín impetuoso renacer con casi agresividad contenida...

Y la tormenta... Un espectáculo audiovisual de furia en movimiento, en dorados y azules.

Un chicle de menta y un suspirar impaciente... Un cigarrillo que encendiste ni bien saliste de casa, mientras cruzabas la calle, apurado.

Un balcón desolado (hay alguien arriba), la estación de tren solitaria, como en penumbras...

Humedad, nervios.

La imbecilidad ajena: verguënza que se hace propia.
Y ese alguien que veía videos extraños en la televisión...

Un escenario un tanto vacío y extraño, el verdeagua de la pared invadido por civilizaciones húmedas que avanzaban lentas por las esquinas. Mientras tanto volaban las miradas como cuchillas que se cruzaban en el aire... y varias se clavaban en mí (casi todas).

Me voy.

Gracias (por nada). Nos vemos (nunca, seguramente, ojalá...)
Y nada más...

Una habitación abandonada en el Once.
El cielo al descubierto, casi como observándolo todo... Un piso frío, como una vieja alfombra de esmirna, polvorienta, pisoteada.

Una ventana al horizonte interminable, o a un jardín babilónico, con aire incierto... Madrugadas españolas en silencio.

Los ojos entrecerrados, la brisa fresca y un desenfreno cuidadoso que se pierde en la oscuridad de techos altos.

Y de un tirón, vuelvo (como si mi cuerpo fuese devuelto) rápido a la aburrida quietud citadina de pegajosa incomodidad...

Es agradable la humedad a veces, al menos la recuerdo así, al menos lo era esa humedad...

lunes, 10 de septiembre de 2007

Saturday Night Fever (Lunes, 7PM)

Las luces del espejo giran cada vez mas rapido.... Su propio refelejo lo despierta... Se incorpora, y el flash lo enceguece en forma instantánea...Está listo para el show del sábado a la noche... sus botas, sus pantalones (Cómodos según él... los usaba todo el tiempo -literalmente- ), su cabello suelto...Hasta que nunca iba a imaginarse que un abrazo interminable lo ataría a la tierra y lo conectaría con el más profundo del centro de la Tierra... El deseo de arder y la explosión anaranjada, o rojo tomate en los desnudos oídos, que latiguea, enloquece, y excita...Una manifestación de lo cool y lo salvaje proyectado en una aguda semicorchea por compás.Terciopelo bordó dentro de la copa, casi incandescennte, que desaparece como con una Polaroid con su cáliz y todo... Violeta y naranja, tatuado en sus piernas, largas llanuras amesetadas a veces...Rojo sobre la piel (si, también sobre la piel), un aire templado y húmedo, la necesidad de temblar, la cuenta regresiva, el motor agitándose, la nube de fuego... El despegue, el vuelo... Límpido, casi perfecto...

Los primigenios segundos de tiempo... La vida y la muerte... Un vals en el espacio universal, donde el éter...
Estrellas miles, casi celestes, casi blanquecinas, como acristaladas... Frías y calientes, fágiles no, sino muy fuertes.

Atardecer de un sábado de lluvia en primavera... los tintes celestes verdosos intentan apagar los naranjas que se esconden en ascuas tras la fina cortina grisácea... Un dorado resplandor sobre los edificios, el naranja gana de a poco la batalla en el cielo... una lluvia de amapolas en color fucsia inunda la escena muy pausada y levemente...La felicidad desborda de los balcones y hay una fiesta en el barrio...
Los jóvenes bailan bajo la lluvia en las calles... la noche de a poco va cayendo... las mujeres apoyadas en las ventanas fuman lento un cigarrillo que parece nunca terminar, mientras esperan a ser sorprendidas por la espalda y la música que se escucha desde otras ventanas...

Las fotos avenjentadas como en sepia, sobre la mesa del comedor diario la noche del domingo, mientras ella preparaba spaghetti con salsa de tomate, de esa que deja la mancha anaranjada como estela cuando pasa por el plato... un cielo azul de luces minúsculas en la infinidad de la ciudad...

La vieja pizzeria, en la otra esquina dando la vuelta por la avenida...

Sábados... Siempre.

viernes, 31 de agosto de 2007

Postales de Buenos Aires

"El estilo indirecto es remoto y débil; yo sé que sacrifico la eficacia de mi relato; que mis lectores se imaginen los entrecortados períodos que me abrumaron esa noche."

Y es que es? Es blanco.
Superlativo...

Carteles de neon, como en un videojuego de carrera de autos, pero en silencio.
Una mosca me zumba en la oreja con una clásica canción francesa que fríe un acordeón lejano...

El paseo La Plaza... El teatro San Martín, la Catedral, el Cabildo, La Plaza de Mayo, la Casa Rosada, El Ministerio de Economía, la Plaza del Congreso, El Molino, El Congreso, la luna, el mate, las fuentes, Parque Centenario, la feria artesanal, el Planetario, el Rosedal, el Zoológico, el Jardín Japonés, la Reserva ecológica, la Reconquista, la mártir, la Ilíada, La Odisea, La dama del alba, la hermana, la madre (del diablo), un arpa, el diablo, el fuego, la hija, el trigo, los campos, un auto, celeste, cielo celeste, mi cielo, la laguna, los cisnes, el ballet, la K, la Argentina, mi humo, la sal, mi ensalada, el brillo, la espumadera, fresias, mi abuela, su cuadra, la mía, la de ella, el colectivo 132, la entrada, la salida, la barra, luces verdes, la música, una aspirina, la tele, gigante, mi amiga, mi prima, mi hermano, la esquina, tu hermana, tu tía (o tu prima), café con leche y medialunas, Alfonsina... y el mar...

Verde... Atardecer entre palmeras.

Naranja... un atardecer, la tierra color ladrillo, viento caluroso, lomadas, lagunas, y ríos.

Y fotos...

La soda en sifón color azul francia y amarillo limón, letras plateadas...
Las estatuas de buda, banjees tailandesas de Siam, color dorado con tintes verdes, amarronados, y el reflejo del sol que les llega desde arriba al costado, a la derecha, como si alguien la iluminara sosteniendo-la...

LA, la de la 2da línea... LA mayor, LA menor, la hija de la tía de una sobrina de la madre de la hermana de la prima, ¿no te acordás?
FA, FA sostenido (#) y un tejido color naranja oscuro y olor a algo rico que no sé que es que huelo desde la escalera del gimnasio de la escuela... verde era el patio...

Una bandera.

Un juego de Atari: Las ranas que saltan, las que no pueden cruzar la calle, la de oficina de tránsito, que más que rana era sapo...

Pochoclos y Pepsi (no había Coca), la cola entrando al cine...

Postales de Buenos Aires, que yo me quiero llevar...Y vos... sí... vos, también quisiera que te lleves, como mías o como tuyas, como más quieras...

La montaña rusa, un campamento, el fogón, un ninja, una vaca, la linterna, mi campera, mi bolsa de dormir (y la tuya también), la hamaca de Pepito, las caras (que caras!)

Y de un salto llegó el verano, y tu esquina, mi casa, tu casa, mi cumple, la música.

Mi música, la noche, todas nuestras noches, todas y cada una de ellas, con todas sus estrellas, tu guitarra y mi sahumerio, y tu estrella iluminando en dorados la noche negra, con palmeras, destino, sabor, humo, paciencia y olvido, música alegre y una fogata, velas naranjas, arena y burbujas doradas en tu pelo ensortijado color café...

Soy feliz, en la sedería, en la panadería, en la almacén, en la zapatería, la librería, la escuela, el jardín, la familia, y en el patio de mi casa donde te digo que te quiero.

Ahi donde el verde es vida, y ese verde es un recital y hay gritos y alaridos esperando esa música que alimentará sus ansias...

Caen... Las hojas sobre el jardín, las otoñales, y las del jacarandá también, las de una rosa semicongelada en la entrada de una cabaña...

Los videos, las tradiciones, la música griega, los paseos en auto y su renegar, las excursiones frustadas y su concretar (una hora o más, siempre mas tarde) y la frutera con bananas en una tarde de sol, cuando entra por la ventana y tenés las manos frías, y aunque estás en tu casa tenés ganas de ponerte una bufanda de algún color que te guste...

Solitario, lúcido y feliz viajero, que toma fotos con la mente y las revela con sus dedos...

Y entras a esa casa antigua del barrio de Barracas y te encontrás con un patio estilo peruano colonial, con baldosas terracota y una parra en una esquina a la derecha; a la izquierda una escalera, un balcón en la terraza de la casa, la noche negra y el color maíz de la edificación.

Subí la escalera, vos me invitaste a pasar y me convidaste un cigarrillo, un cactus verde loro como áspero pero esponjoso en su interior, y en la oscuridad un olor a maderas de oriente con toques de almizcle y naranja...

Las brasas del cigarrillo como bamboleandose lento en la oscuridad, ardientes y minúsculas en tanta infinidad... el amanecer, la dicha, el pan caliente y un cielo colombiano en colores ocre y naranja.

"Más recuerdos tengo yo solo que los que habrán tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo".

Y también, un delta de maravillas, de fantásticas sensaciones (porque tienen sabor, olor, color, textura y música) que son mías y ahora tuyas.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Parque de diversiones

Montaña rusa musical, la violencia es simpática cuando es ejercida con su justa delicadeza...

Sonrisas lentas...

Celeste y verde... un parque de diversiones... algunas luces, muchas lamparitas...

Un lago al costado de la vuelta al mundo, azul oscuro, muy quieto, y cuando es de noche se reflejan las estrellas y el viento que sopla suave en primavera a las 7 de la tarde hace hondas en el lago...

Hay una carpa chiquita de circo a lo lejos... amarilla y roja.

Todavía la tarde no terminó... o la mañana... no sé, pero hay viento...

Un recital distorsionado .... las notas cósmicas... gravitan de forma divertida... son de colores... algunas amarillas, otras naranjas, otras color coral...

Es de noche y el parque cada vez mas solitario... la gente camina taconeando... ella tiene pelo corto y él el pelo largo... se los ve tan felices... sonríen... caminan rápido de la mano... yo los miro y sonrío para adentro...

Miro el cielo (azul oscuro también) y todo es como en un dibujo de Van Gogh... una alarma lejana, de un juego... o un plato volador, (aunque sabemos que no es un plato volador, por eso me río...)

Un compás lento... y la montaña rusa...

Una cama elástica gigante y de muchos colores... acolchonada, revotando voy bajando... es muy divertido!
(Este momento lo voy a recordar dentro de 8 o 9 años...)

Vamos a ir al recital? (Sabés que te están esperando)

Si, faltan 10 minutos y mejor que empiece a caminar hacia allá.
Ya se escucha a lo lejos... estan afinando... es una prueba de sonido...
Quiero estar ahi, me gusta la batería... y el piano... pero yo quiero tocar la guitarra desaforadamente pero un poco afinado.

Que bueno, no?

De a poco estoy como saltando hacia el escenario... y hay más gente...

La música es suave, pero tiene mucha energía positiva...

Respiramos paz en colores frios... azul, verde y rojo... sólo esta noche se detiene para continuar más tarde a la luz de las estrellas... (Guitarra)

Aplausos.

lunes, 27 de agosto de 2007

Riders on the storm

Cae la lluvia y comienza a oírse el sonido de ellas, las gotas, deslizándose por el piano de la vereda... acariciando el cordón... los dedos de la lluvia...
Una brisa fría y húmeda que da la vuelta a la esquina y de a poco llega y me pega en la cara como un cachetazo, pero suave y que no me duele...
Sobra el tiempo... azul oscuro...
Pasa un auto... miro por la ventana...
No quiero que suene el teléfono... (no va a sonar)
Dudo... sonrío, miro a mi perro recostado en el sillón y me acuerdo de unos discos que mi abuela guardaba en los estantes de un mueble viejo (bajo la tele) y sonrío... (a veces se juntaba polvillo ahí)
Que ganas de volver a esa época... o a otra...
Pantalones oxford, botas, un piano eléctrico sacado, como bailando a los pisotones... colores que giran, es un piano que da vueltas...
Una lluvia que lo calma... colores naranja, azul y verde... las gotas me hacen bailar al compás de la lluvia... lento...
Felicidad... muevo mi cuerpo, mi mente baila y mi alma se ríe, (disfruta).
Quiero que me crezca el pelo... tocar la guitarra, y bailar bajo la lluvia... ¿Viste cómo se moja mi pelo...? y las gotas que me acarician la cara, se deslizan por mis cachetes... los labios... saltan despacio de mi cara, como si volaran de nuevo al viento...

La paz: Un piano y la tormenta, azules, naranjas, verdes claros... parece que se mezclan, pero no...
Silencio... (de a poco) como con luciérnagas...
La paz... y la felicidad también.