martes, 18 de septiembre de 2007

Aguas de março (en septiembre)

Veo palmeras secas amarronadas muy cerca del mar... frio, grisáceo, de metal.

Tu cabellera larga (para ese entonces) se mueve lenta y se dibuja entre el viento y la verde sal... Nubes de plomo flotando sobre horizonte, alejadas del oculto zenit.

El compás de las hojas al son del viento y de fondo el mar pianísimo.
Lovizna de plata cae recta como suaves alfileres de caramelo clavándose en la arena... Algunos girones de sol entre las nubes como entre blanco y aguamarina...

La paz más alegre en el alma, la vida casi concluída, los objetivos que parecían imposibles, ya cumplidos.
Una sutíl cosquilla en tu interior... la soledad.

Todo se detiene por unos segundos, se apaga la música, bajan las luces de tu alrededor y hasta te falta un poco el aire. Un silencio que parece eterno, de luces lejanas al bajar la vista y...

Como un sacudón, a lo lejos, una tormenta con ritmo de bossa te invita a bailar y a darte una oportunidad más, como cuando se vuelven a encender cada tarde los viejos faroles del paraje de la playa.Tu pantalón claro de a poco se va tiñiendo con la arena metálica, que esta tibia todavía porque conserva el calor del poco sol de última hora. Una copa vacía en la mano derecha, que llevas de compañía y como esperando a que alguien te sirva el pasaje para la felicidad completa.

Miradas que te divierten, miradas que se rien, miradas que te hacen reir... y otras que te dejan mudo...Otra vez esa sensación...¿A quién te hace acordar? ¿Acaso se conocen de algún lado? y te sonreiste a escondidas pero con preocupación... ¿Quién es?

No podés resistirte y tratás de volver a encontrar esa cara entre la gente... Un joven se acerca por la derecha y te sirve un poco de burbujas que mirás sin entender, como si te hiciera perder el tiempo...
Levantás la vista otra vez y mirás por arriba para luego empezar a mezclarte en el gentío.

Te desesperás buscando esa cara, hasta que la ves a cuatro pasos a tu izquierda como de sorpresa y no podés creerlo... Mil sensaciones que te estremecen desde la espalda cuando te das cuenta de que la lluvia te mojó completamente hasta los pies...
Sos feliz porque no te importa estar mojado, hasta incluso te gusta y te sentís más seguro...

Avanzás con ímpetu planeando la estrategia, pero nada se te ocurre más que ser espontáneo y decir lo que se te ocurra... Bebés lo poco que no derramaste de la copa, te dá una sensacion entre ácida y dulce en la boca.

Te acercás con actitud a ese cuerpo y le clavás la mirada en los ojos para bajar rápido a la boca...
Volvés a mirar.
(Sí. Es.)
Sacás tu mejor arma: Sonreís.

Se sonríe con timidez y baja la vista como si le gustaras, pero no te reconoce.
Mirás tu copa vacía. Unas gotas de lluvia nada más.
Pareciera que pasaron diez minutos, pero estás ahí bajo las luces húmedas y la brisa que comienza a sentirse húmeda en tu cuello...
No te reconoce. No va a reconocerte a menos que le digas quién sos, o qué fuiste en su vida... Y de un suspiro le recuerdes lo que significa ser feliz.

¿No te recuerda? ¿No te reconoce, tal vez?

¿Te confunde?

¿O te olvidó...?

No hay comentarios: