Delirios constantes acerca de la teoría de interpretación onírica.
El viaje a la psicodelia del invierno atlántico en los setentas.
Un aire europeo que pega frío en el árido bosque costero. El sobretodo gris claro sobre el cielo pálido y unos edificios de piedra por detrás...
Café en un bar de París. Las mesas en la calle adoquinada.
La plaza de artesanos rodeando el boulevard. El brillo de las estrellas atravesando cada gota de lluvia que caía sobre la gente que se detiene a mirar las aguas danzantes de la fuente.
Las enredaderas filtran la luz de los faroles de la ciudad. Las hojas de los árboles bailan bajo el viento que sopla las veredas...
Nadando en mis pensamientos, las olas me llevan hacia donde ellas van... Y viajo en un tunel de tobogán acuático sin saber donde voy a desembocar.
Una ola en forma de alfombra mágica me eleva sobre el mar...
El atardecer infinito en el canto de las gaviotas. La arena suave y finísima, tibia sobre el suelo durísimo y llano bajo mis pies, la sal en la piel, el frío de a poco en la espalda...
El sol que quema mis hombros... Y el mar.
viernes, 22 de agosto de 2008
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