El sol amarillo entra por el inmenso ventanal del living inundando la habitación. Su padre murmura en francés mientras lee un libro sentado en el sillón.
André suspira pensando en cuanto faltará para la tarde de lunes. Recuerda los ojos verdosos de su enamorado y suspira otra vez. Juega con su cabello. Lo peina de varias maneras diferentes. Luego se aburre y piensa en cortarlo... O no.
André se sorprende viajando tras un acordeón parisino. Otra vez él. Sonríe y vuelve a suspirar.
André en llamas junto al hogar.
André se ríe y disfruta de las tardes de sol en las que hace frío.
Corre a su habitación. Se mira al espejo y se acomoda el cabello, luego se perfuma el cuello, se viste de colores alegres y vuelve a peinarse.
André escucha los pájaros cantar en los árboles que saludan por la ventana. Se detiene a mirarlos y se imagina la mirada del muchacho de los lunes a la tarde...
Mira el reloj y se sobresalta al ver la hora. Corre dando unas vueltas por su habitación y se lleva una bufanda roja.
André vuelve a mirarse al espejo, sonríe y cruza la puerta. Camina por la cuerda floja como si fuera a caerse, se sonríe y echa los hombros hacia atrás.
Continúa caminando... y vuelve a suspirar.
miércoles, 9 de julio de 2008
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